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La Industria de la Salud

INDUSTRIA DE LA SALUD Y GENOCIDIO: Cómo se gestan las hambrunas: AVISO A EUROPA


Si el hambre se cierne sobre Europa a base de precariedades laborales y subidas de impuestos no hay que olvidar que bien pudieramos llegar a los niveles a los que están «acostumbrados» infinidad de países que, aunque tienen riquezas propias en agricultura, son sometidos a la privatización de campos de cultivos, a las directrices de los especuladores de Wall Street vía FMI-BM acerca de qué deben cultivar bajo el pretexto de la «deuda soberana» de creación privada en 1913, y a la calidad de lo que deben comer controlando el sistema de patentes de las semillas, introduciendo herbicidas y pesticidas a discreción para que las semillas transgénicas que come y comerá la población procuren una determinada «calidad» en la alimentación. Por supuesto, los que procuran esta situación no comen transgénicos, faltaría más.

El qué y cuanto deben cultivar lo dicta el FMI-BM y a cuánto van a tener que pagar esos paises productos básicos que podrían cultivar ellos lo dicta principalmente Wall Street. La «calidad» la procuran organismos como MONSANTO, Du Pont y otros. Por supuesto estos organismos están controlados por Rothschild, Rockefeller y la gran Banca de la City y Wall Street. Todo ello independientemente de la provocación deliberada de sequías que Irán ya ha denunciado dos veces tal y como ya se expuso.

De esta manera tienen el absoluto control de lo que comen y de cuanto comen las poblaciones de la Tierra. A partir de ahí determinar quién vive o muere de hambre mediante la especulación de precios y producción de alimentos que, en modo alguno escasean, nos quieran hacer creer lo que nos quieran hacer creer, es sumamente fácil para ellos.

En base a ello se configuran los dos artículos que se exponen a continuación: El primero como un caso extremo acerca de lo fácil que es matar genocidamente, por determinados intereses, que se produjo en China entre 1958-1962 cuando Mao Zedong dijo:

“Si dejamos que todos los campesinos coman lo que necesitan para saciarse […], no podremos industrializarnos, tendremos que reducir el ejército y no podremos construir una defensa nacional”.

A partir de ahí se expoliaron todos los artilugios metálicos incluso los de cocina y como consecuencia de ello murieron de hambre…36 millones de seres humanos en…seis meses.

El segundo artículo explica como actuan estos bancos y especuladores con los alimentos actualmente, regulando su uso y disposición como si de mercados financieros se tratasen, que es lo que son para ellos.

Implicados están:

Goldman Sachs, Morgan Stanley, Barclays, Citibank, Deutsche Bank, HSBC y JP Morgan.

Si la austeridad fascista y absurda impuesta a Europa no remite bien pudiera llegar el momento de que los mercados de abastos estuvieran llenos de alimentos que la población más desfavorecida no podría comprar emulando, eso sí, alrededor de bellos jardines y pisos de cemento, las condiciones de hambruna que imperan por doquier hace ya años.

Y es que, en mi opinión, Europa, EE.UU y el propio Israel ya no les interesan como valuarte del bienestar y la civilización, aunque eso ocurriera en el pasado a base de cañonazos. Esto ha cambiado, lo atestiguan el precario estado de las poblaciones Occidentales y el pozo sin fondo a que nos tienen sometidos.

Por cierto, ¿habeis oido hablar de la moneda «Fénix» que el FMI tiene intención de implantar tras condonar la deuda?. Fénix quiere decir «lo que resurge de sus cenizas». ¿qué cenizas serán esas? ¿en qué condiciones estará la población cuando condonen mágicamente la deuda?

Se admiten hasta paranoias.

Aquí los dos artículos:

1

China

En el imperio del hambre

Philippe Grangereau (Libération)

Miércoles 3 de octubre de 2012

Si existe una negación de la historia, sin duda es ésta. Basándose en documentos de archivos secretos, el historiador Yang Jisheng cuenta en Stèles (http://www.seuil.com/livre-9782021030150.htm) lo que fue la gran hambruna china de 1958-1962, que no tiene parangón en el mundo por su amplitud, resulta estremecedora por sus actos de antropofagia y criminal por el hecho de que el campo fue condenado deliberadamente al hambre por Mao Zedong. “Si dejamos que todos los campesinos coman lo que necesitan para saciarse […], no podremos industrializarnos, tendremos que reducir el ejército y no podremos construir una defensa nacional”, explicó en la época un alto responsable del Partido. Esta política maquiavélica conducirá a China directamente al infierno.

El “Gran Salto Adelante”

Murieron de hambre alrededor de 36 millones de personas”, dice Yang Jisheng señalando toda la dimensión de la masacre: “La gran hambruna fue de lejos más mortífera que la segunda guerra mundial. La guerra causó entre 40 y 50 millones de muertes en Europa, Asia y África durante un periodo de siete a ocho años, mientras que los 36 millones de personas que murieron en la hambruna china fallecieron en un periodo de seis meses.” La gran hambruna sigue siendo hoy un tabú en China, donde oficialmente se habla, sin presentar ningún balance, de “tres años de catástrofes naturales”, con el fin de no deteriorar la imagen de Mao, que sigue sirviendo de fuente de legitimidad del poder establecido.

Para no incumplir la prohibición, Yang publicó su libro (en 2010) en Hong-Kong, donde, a pesar de la devolución en 1977 de la antigua colonia británica a China, se mantiene la libertad de expresión. Esta obra, la primera sobre el tema que ha escrito un chino, está prohibida en China continental, pero en internet circula una versión pirata. Es toda una revelación para los chinos, a quienes en la escuela enseñan una historia sesgada o directamente falseada. Los manuales escolares de secundaria ocultan la cuestión tras una serie de eufemismos. Uno de ellos plantea sin más detalle “las dificultades económicas más graves que ha conocido el país”, atribuibles a “errores de izquierda”. En realidad, escribe Yang, “para arrancar los alimentos de la boca de los campesinos se cometen toda clase de atrocidades a gran escala”, mientras que al mismo tiempo China aumenta sus exportaciones de carne y productos agrarios. Yang codirige actualmente Yanhuang Chunqiu, una pequeña revista de historia apenas tolerada. Su modesto despacho se halla en un barrio del oeste de Pekín, donde se apilan los ejemplares no vendidos contra a las paredes.

Hijo de campesinos, en 1958 tenía 17 años de edad. “Yo estaba internado en la escuela cantonal, a una decena de kilómetros de mi pueblo. El Estado nos daba de comer y teníamos más o menos suficiente.” Uno de sus compañeros le informa de que su padre está enfermo y el joven se va corriendo a su pueblo. “La gente se nutría de las raíces que recogía en las colinas, pero mi padre ya no tenía fuerzas para caminar. Bebía agua salada para alimentarse y, cuando me vio, se enfadó y me dijo: ‘¡Vuelve de inmediato al colegio! ¡Aquí morirás de hambre!’ Le dejé una ración de arroz para tres días y volví a la escuela.”

Algunos días después, otro amigo le alerta una vez más. Vuelve a ir al pueblo. “Mi padre había muerto, y sus últimas palabras fueron para implorar que no me dijeran nada. Tenía miedo de que yo también sucumbiera a la hambruna si volvía al pueblo.” Concluidos sus estudios, Yang ingresa en el Partido y trabaja durante 35 años de periodista en la Agencia Nueva China. Al igual que sus compañeros, redacta noticias edulcoradas para la prensa oficial. Hasta el día en que el gobernador de Hubei le confía que, tan solo en esa provincia, el balance de la gran hambruna se cifra en centenares de miles de muertos. El periodista, que no ha olvidado nada, está consternado por esta revelación, que en realidad también se quedaba corta. Se pone a investigar. “La muerte de mi padre me había afectado mucho, pero para mí era un drama familiar que no tenía nada que ver con la política… Después de oír al gobernador, empecé a ver las cosas de distinta manera.” La represión contra el movimiento de Tiananmen en 1989 acaba con sus ilusiones. “La sangre derramada de los estudiantes barrió las mentiras acumuladas en mi cabeza desde hacía decenios.”

Decidido a “restablecer la verdad histórica”, comienza a indagar discretamente sobre la gran hambruna y aprovecha los privilegios que le confiere su condición de periodista oficial. “Lo más difícil fue acceder a los archivos del Partido, guardados como fortalezas”. Lo consigue so pretexto de investigar sobre “la evolución de las políticas rurales”. Sin que nadie lo note, copia a mano cientos de páginas de microfilms. “Cambiaba de cuaderno cada día por miedo a que me confiscaran las notas.” Descubre estupefacto que en el apogeo de la hambruna, en enero y febrero de 1959, los graneros del Estado estaban llenos: “Quedaban reservas de 6.545.000 toneladas de cereales”, dice enfadado. No comprende: “En todo el país, la gente acampaba alrededor de los graneros de cereales. Gritaban e imploraban: ‘Partido Comunista, danos algo que comer’. Suplicaban junto a la entrada de los silos de grano hasta que el hambre acabó con todos. Es inimaginable.” Y añade temblando de rabia: “Los emperadores de las dinastías abrían los almacenes y repartían alimentos entre la población en caso de catástrofes o penurias. Pero la dirección del Partido Comunista, que pretendía servir al pueblo, se negó a socorrer a la población.”

La gran hambruna comienza en 1958, cuando Mao Zedong lanza su política del “Gran Salto Adelante”, cuya finalidad es “superar la producción de acero de Gran Bretaña en quince años”. Por orden del Partido, la población construye millones de pequeños altos hornos. Se funden prácticamente todos los utensilios de cocina y herramientas agrícolas; se movilizan decenas de millones de campesinos para nada, ya que el metal fabricado en esos crisoles resulta inservible. Al mismo tiempo se impone una colectivización radical con las “comunas populares”: de la noche a la mañana queda abolida la propiedad privada y los pueblos se transforman en “brigadas de producción”. El Estado se incauta de las tierras, al igual que las casas, los utensilios domésticos, las mesas, sillas, cerdos, gallinas… A lo largo y ancho de China, los habitantes, expulsados de sus domicilios, son reagrupados en cuarteles en los que se separa a hombres, mujeres y niños. El objetivo es destruir la célula familiar. Queda prohibida la cocina individual, todo el mundo ha de comer en el comedor colectivo, “la gran marmita”.

El terror ideológico imperante desencadena un perverso mecanismo de engaños y mentiras: los pequeños capataces del Partido anuncian cosechas dos, tres, diez veces mayores que las reales. Los cuadros intermedios añaden lo suyo y los cuadros superiores embellecen a su vez los datos. Intoxicado por los suyos, el Estado-Partido recauda su gravoso impuesto anual sobre la base de cifras irreales y condena a la población rural a pasar hambre; al principio sin saberlo, pero después conscientemente. Los chinos, dice Yang, se convierten entonces en “esclavos” sometidos al “sistema totalitario”. Nada más que en Gushi mueren 170.000 personas en las obras hidráulicas del “Gran Salto”.

Golpeado hasta la muerte con una porra

Hace falta una violencia apabullante para obligar a la población a plegarse a las locuras maoístas. Se multiplican las ejecuciones a gran escala, aunque casi siempre los recalcitrantes son torturados hasta morir. El suplicio más corriente consiste en colgar a la víctima y golpearla con una porra hasta que muera. Pero también se agujerean manos, cortan orejas, queman narices, cosen labios o se queman vivos a los insumisos embadurnando sus cabezas con aceite y prendiéndoles fuego. El abanico de torturas medievales aplicadas es pasmoso.

Mientras los cuadros del Partido privan a los revoltosos de todo alimento hasta que mueren, escribe Yang, se generalizan el canibalismo y la necrofagia, como atestiguan los informes de la policía. “En la pequeña ciudad de Linxia, 588 personas ingirieron 335 cadáveres; en Hongtai, 170 personas comieron 125, cinco de ellos asesinados con este fin. Hubo casos en que unos padres devoraron a sus hijos, maridos a sus mujeres, hermanos a sus hermanas.” En Anhui «a veces la carne llegaba al mercado [normalmente hervida]”. Dado que las ciudades están cortadas del campo y está prohibido viajar, la información no circula. El campo muere en silencio.

Una primicia histórica

Lo más extraordinario con respecto a la gran hambruna es que haya tenido que pasar casi medio siglo para que saliera a la luz, en primer lugar con la publicación de Hungry Ghosts, el británico Jasper Becker, en 1996. Una primicia histórica, porque hasta entonces casi nadie se había percatado de ese horrendo crimen. Yang cuenta cómo las escenificaciones del régimen conseguían engañar fácilmente a los periodistas y dignatarios extranjeros. El historiador Frank Dikötter, autor de Mao’s Great Famine, cifra en 45 millones el número de víctimas en lo que no duda en calificar de “holocausto”.

Un investigador chino, Yu Xiguang, sitúa a su vez el listón en 55 millones (en una población de unos 650 millones en la época). El balance señalado por Yang de “por lo menos 36 millones” no se debe al deseo de subestimar el alcance del crimen, sino que debe atribuirse al rigor que caracteriza a este autor extraordinario. Yang sigue siendo miembro del Partido y parece estar protegido por un clan de antiguos altos responsables decididos a restablecer la verdad histórica. Dice estar convencido de que “un país que se niega a mirar de frente a su pasado no tiene futuro”.

28/9/2012

http://alencontre.org/asie/chine/chine-dans-lempire-de-la-faim.html

Traducción: VIENTO SUR

2

Grandes bancos están tras el aumento de precios de los alimentos

  • Sábado, octubre 13, 2012, 0:20

La alarma se encendió en julio cuando el precio mundial de los alimentos registró un abrupto incremento del 10% luego de tres meses de relativa calma. Las cosas no han mejorado. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en septiembre volvieron a subir, esta vez, un 1,4%.

Se estima que los alimentos constituyen entre un 10% y un 15% del gasto promedio de un hogar en un país desarrollado. En los sectores pobres de una nación en desarrollo, la proporción se dispara: se llevan entre el 50% y 90% de sus ingresos.

La contracara es el hambre. Este jueves, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias publicó su nuevo Índice Global del Hambre. En todo el mundo lo encabeza Burundi y en América Latina y el Caribe, Haití.

¿A qué se debe el aumento de la comida en medio de los nubarrones de la economía global? Las causas son complejas y variadas, pero el diagnóstico de la FAO en julio contenía un dato clave: no había problemas a nivel de oferta y demanda.

En otras palabras, ni los factores climáticos que pueden afectar la oferta (sequías, por ejemplo), ni un súbito aumento de la demanda (como en los últimos años con China e India) explican esta disparada de los precios.

El dedo acusador apunta a los especuladores. Según algunas estimaciones, la inversión financiera-especulativa controla hoy más del 60% de los mercados de alimentos, comparado con un 12% del mercado en 1996.

En un intento de contrarrestar este fenómeno, la comisión del Parlamento Europeo sobre asuntos económicos y monetarios votó a fines de septiembre a favor de una regulación del mercado financiero de derivados de energía y alimentos.

El proyecto, que debe ser analizado en una reunión de la Comisión Europea en noviembre, ya existe en Estados Unidos, pero es calificado como insuficiente por organizaciones humanitarias como el World Development Movement (WDM).

“Es necesario limitar la cantidad del mercado a la que puedan tener acceso los especuladores. El proyecto avanza en esta dirección, pero puede ser aguado por la oposición de países con fuerte presencia del sector financiero como el Reino Unido que prefieren seguir con la autoregulación del mercado”, le dijo a BBC Mundo Christine Haigh, del WDM.

El camino de los mercaderes

La especulación es tan vieja como la economía: los casos documentados se remontan a Tales de Mileto y la antigua Grecia.

Pero los mercados modernos han colocado a esta actividad marginal en el centro mismo del escenario.

Un ejemplo clásico fue el cacao en 2010. El 17 de julio de ese año un fondo financiero de alto riesgo, Armajaro, compró más de 240.000 toneladas de cacao (un 7% de la producción global anual), lo que disparó el precio a su nivel más alto desde 1997.

Un solo día de adquisición masiva a cargo de un poderoso actor financiero bastó para hacer saltar el precio de un producto.

El eje de estos movimientos especulativos es el mercado de futuros. Este mercado se originó en Estados Unidos en el siglo XIX para ayudar a los granjeros a neutralizar las fluctuaciones en el precio de las cosechas.

Un contrato a futuro le permite al granjero vender en una fecha futura a un precio determinado una cantidad X de su cosecha. El granjero obtiene seguridad y el comprador posibles ganancias en caso de que el precio suba por encima de lo pagado.

Con la desregulación del mercado financiero de los años 80 y 90 se crearon unos contratos de alta complejidad, denominados “derivados”, que abrieron el juego a una especulación ilimitada.

Como los “futuros” son contratos que se pueden adquirir o vender sin necesidad de poseer el producto, su venta adquirió una dinámica propia, acelerada por las operaciones supersónicas de las computadoras.

La invitación a especular es irresistible. Si el precio de una tonelada de maíz es de 100 dólares hoy, pero el doble en un contrato a futuro de tres meses, la tentación de postergar la venta y esperar al mejor rendimiento, termina afectando la oferta presente (los granjeros se abstienen de vender ahora) y el precio del producto.

Según el WMD, en el corazón de la especulación se encuentran grandes nombres de la banca como Goldman Sachs, Morgan Stanley, Barclays, Citibank, Deutsche Bank, HSBC y JP Morgan.

Este poder de fuego de los grandes fondos financieros se ha exacerbado con la crisis económica mundial.

“Los gobiernos han emitido dinero para estimular la economía. El sector financiero ha aprovechado este aumento de la oferta monetaria no para prestar más al sector productivo sino para aumentar sus operaciones especulativas”, afirma Haig.

Hambrunas y disturbios

Una vara para medir el impacto que puede tener un aumento sostenido del precio como el que se viene registrando desde julio son los disturbios de 2007-2008.

El salto incontrolable de los precios en esos meses previos al estallido financiero produjo violentas protestas en 31 países –de Perú a Bangladesh– con un saldo de decenas de muertos y centenares de heridos.

En el terreno mismo, el WDM vio de primera mano el impacto que los precios tenían en familias que se veían obligadas a tener una sola comida al día y a reducir drásticamente la variedad de su dieta.

“Cuando una sociedad no satisface necesidades básicas del ser humano, cuando vemos malnutrición y el fantasma de la hambruna, es casi inevitable que se produzcan manifestaciones y disturbios”, le dijo Haig a BBC Mundo.

En los últimos seis meses de 2010, en el marco de un segundo salto de los precios de los alimentos, unas 44 millones de personas cayeron en la pobreza extrema.

El problema se agrava en el contexto de una economía mundial que todavía no ha salido de la hecatombe financiera de 2008.

La desaceleración global –el Fondo Monetario Internacional acaba de bajar nuevamente su estimación del crecimiento global de 2012– pone en peligro el nivel de empleo en un mundo que tiene más de 1.300 millones de personas que viven con ingreso de 1,25 dólares por día.

Sumarle a este crecimiento anémico, una inflación de productos no sustituíbles como los alimentos, parece una fórmula para el desastre.

BBC

FUENTE: LIBRERED

Comentarios

6 comentarios en “INDUSTRIA DE LA SALUD Y GENOCIDIO: Cómo se gestan las hambrunas: AVISO A EUROPA

  1. Hola,

    Voy a comprobar los datos del primer artículo. Sines cierto todo lo que pones me parece un artículo realmente bueno.

    Del segundo sólo decirte una cosa:
    Yo poseo tierras (poco, unas 30 hectáreas cultivables). A mí y a todos los pequeños productores NOS PAGAN POR NO SEMBRAR. Sus motivos tendrán, pero se parecen mucho a los de reducir la oferta para aumentar el precio. Saludos.

    Publicado por Ramón | 23 de octubre de 2012, 22:12
    • Ramón, esto de que os pagan por no sembrar no lo sabía.

      Sé que a los agricultores estadounidenses les subvencionan por encima de lo que necesitan producir obligándoles…a producir más para que por sobreproducción Wall Street pueda especular e inflar los precios para vender el agro a precio de oro a países como Senegal, preso de la Deuda Soberana y del FMI.

      Creo que es de sumo interés que expliques con pormenores que es esto de que OS PAGAN POR NO SEMBRAR. Luego, si tu quieres, lo publico como post con referencia de la fuente a tí y las fuentes que puedas aportar.

      Un saludo.

      Publicado por Uno como vosotros | 23 de octubre de 2012, 23:02
  2. Ya me gustaría no volver a entrar en tu blog… pero me estoy acostumbrando a las malas noticias… ya casi las necesito… ya casi no sufro por saber.

    Esto tiene mala pinta… el mundo se me revela como una mierda mucho peor de la que suponía… y yo como un masoquista que no se harta de descubrir nuevas partes de su apestosa podredumbre.

    Seguiré viniendo por aquí. A explotar en llamas…

    Abrazo

    Publicado por Pelayo Martín | 23 de octubre de 2012, 19:27
    • Pelayo Martín:

      El que intentemos descubrir lo que hay de verdad dentro de lo que siempre nos han contado no significa que no valga la pena vivir sino, bien al contrario, intentar limpiar la mierda que nos han tirado encima siglo tras siglo. ¿que no lo podemos hacer en una generación pues esto viene de largo? pues en la próxima y sin prisas pero siempre confrontando y exponiendo a estos dementes para no volver a dormirnos jamás.

      Ánimo, que el intentarlo bien vale la pena.

      Un saludo

      Publicado por Uno como vosotros | 23 de octubre de 2012, 23:13

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